Corren los azules Pitufos
por la vieja y verde pradera de Valonia.
El Mago Gargamel los persigue,
el gato Azrael los quiere comer.
El mago los persigue en automóvil,
el gato – maldito – en motoneta.
Pero los Pitufos los eluden
subiendo a las torres metálicas
de la ciudad. Allí se asoman
(véanlos uds!) y miran al mago
y se mofan del gato
haciéndole pito catalán.
El Mago hace un hechizo
¡y los deja sin torres!
Pero ellos escapan en el providencial
dirigible azul. Gargamel
quiere ensartar la nave
en las agujas de la catedral
y sólo consigue pinchar el sol.
Se desespera: sus anillos
ya no tienen aquella magia.
Y Azrael maúlla rabioso
viendo pasar los Pitufos
triunfantes
dormitando en las nubes…
Osvaldo Pagano 18/10/09
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